“…porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí…”
Corazón coraza, Mario Benedetti.
Ramona, después de mucho buscar, encontró a José, de nombre simple pero sentimientos complejos. Noble y ante todo leal a Mona, como la llama cariñosamente.
José es hombre de convicciones, terco sería un mejor adjetivo. A Mona le encanta eso, no por sentirse identificada con su terquedad sino por la especial admiración que siente por la “tenacidad” de José.
Por amor se han descubierto viviendo la vida que siempre soñaron, el mundo un día despertó a sus pies.
El es periodista y ella fotógrafa, mejor pareja no pudo juntar el destino. A ella le encanta el vino y la comida, lucho por meses contra la obesidad que a él nunca le incomodó pero que ahora agradece, sobre todo cuando en la cama le toca abajo.
Él, de complexión más bien delgada, bebedor de Whisky (escosés, claro), mantiene un detallado análisis de todo lo que le rodea. El agua del café, no debe hervir ya que pierde propiedades que el oxígeno liberado posee. La regadera, orientada siempre en un ángulo descendente de 40 grados, debe proveer de agua constante a 38 grados, menos un grado despertaría su ciática crónica, más uno, le hincharía las pelotas, o más bien se las pone aguadas.
La tapa del inodoro debe permanecer cerrada y cuida siempre de tener todo dispuesto y en orden. Prefiere ir al baño en casa, incluso a orinar pues extrañamente José fue educado a la europea y se sienta para mear.
Ramona en cambio disfruta de su propio hedor. Un sábado “en su caldo” le resulta divertido, es la única situación en la que José olvida su pulcritud y despierta a su "yo" sexual. Muy animal, muy dormido a veces.
Para un hombre tan ordenado, no sólo en su persona sino en su organización mental, es muy común dar órdenes, disponer de las voluntades e incluso parecer un egoísta-egocéntrico sin remedio. Ramona ya no le toca el tema desde aquella mañana de enero cuando literalmente ardió Troya con la devastación de Trafalgar y por poco tomaron prisioneros al más puro estilo del Viet Cong. Aquel día diecisiete decidieron jamás pelear otra vez. Desde entonces los juegos de seducción definen las batallas.
No es extraño que después de tantos años juntos, no sólo sigan enamorados sino que juguetean en la cama como la primera vez. Mona sabe que la oreja es como la cerradura de la voluntad de Pepe, como sabe también el efecto nefasto que consigue al llamarlo “Oye, mi amigo Pepe”.
Ramona ha fotografiado el mundo desde los 18 años, cuando descubrió por primera vez la seducción. Es difícil imaginar como alguien puede saber tanto de la vida y haberla vivido por tan poco tiempo. José sabe que a Ramona se le llega por los ojos y los pies.
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